lunes, 26 de octubre de 2015

HISTORIAS DE MERCADO 9

Doña Pilar me felicitó.
Doña Pilar es natiabascal, arruinada por culpa de un aval , me dijo, también es superviviente de un cáncer y de perder un hijo .¡ Cómo me hubiera gustado vender tus collares en mis tiendas de Madrid! Y sonreía . Una vez me compré un vestido todo de botones de colores en Paris, minifalda, aún lo tengo, especificó ;pero he perdido todo, primero el barco y luego casi la vida.
¡Qué guapa doña Pilar!Has vendido poco, me dijo ,tienes que ir a la costa , aquí no te entienden .Me das un beso, articulé ,me ha encantado conocerte.

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Hablar con el profesor de gimnasia
Los zancudosduendesmalabaristas tienen el armario de un circo de tres pistas y tanta magia que arrastraban a los niños hasta los destierros del mercado donde estaba mi puesto. Todos los kevines y  jonatanes  les pedían el diávolo y las cariocas ¿me dejas, me dejas? Repetían .
Me acerqué al corro y les pregunté si en su colegio no enseñaban malabares ¿Te imaginas? Contestaron casi a coro, ¡No! En Zaragoza si, expliqué. Tenéis que hablar con el maestro, les animé. ¡Si! Protestaron, si le decimos eso nos pone un castigo gigante .y el zancudoduendemalabarista Dani les explicó que el profe de gimnasia les escucharía y con el tono más optimista que se puede uno imaginar les aconsejó como hacerlo. Boquiabiertos, ojipláticos e incrédulos  atendían , la magia funciona.

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Volvió la andarina
Al mediodía, frente al puesto ,se paró la mujer andarina, se quito los auriculares, ojeó ,señaló un expositor y me dijo, ahora no llevo dinero, vengo de andar ,pero esta tarde me pasaré.Vienes de andar, repetí, si, es buenisímo, te lo recomiendo, me contó. Hago un poco más de una hora siempre con la radio, me entero de todo, bromeó. Tenía una cintura envidiable y un estupendo tono de piel. Volvió con su marido por la tarde, maquillada y vestida en tonos tierra. Este es el que más me gusta , le contó a su marido y yo descolgué el de tonos acero y semillas para que también se lo probara . ¡Vaya! Ese si es potente, asintió el señor esposo.

 En el mercado también nos reímos.