Me siento del CAI,sobre todo, cuando juega fuera de casa y se organiza el espectáculo de
visionarlo en el salón con cerveza y patatas .Saber de alguien admirador de
Gloria Fuertes, me gusta mucho más la poeta que el equipo de baloncesto, debe de ser como coincidir con un seguidor de tu equipo favorito,me dijo, te aporta,
de entrada, simpatía y condescendencia,
una minoría selecta.
J.Gallardoski escribe desde su blog http://gllardoski.blogspot.com/
“
Espero que no seáis tan animales/ que no
podáis vivir como personas.” Gloria Fuertes
CARTA DE GALLARDOSKI A GLORIA FUERTES:
Queridísima Gloria que estarás por esos cielos
en los que al final terminaste creyendo, poeta postista y humana que preferiste
ser carne de parodia a perderte en las arrogancias de tu tiempo, cuando los
poetas se vestían de etiqueta, como tú hubieras rimado con ese desparpajo tuyo
para acercarte a la lírica. Tamaño atrevimiento te llevaría a los niños, los
únicos capaces de jugar con todo, con las palabras también. Padecemos, Gloria,
tiempos en los que hay animales que no quieren que vivamos como personas. Es lo
que tienen las frases, los axiomas, los refranes, que aunque lleven muchísima
razón pueden volverse en nuestra contra. Le doy otra vuelta a este verso tuyo y
tengo que apostillarte Gloria querida; Nosotros sabemos vivir como personas,
amiga Gloria que en gloria estés , y lo hemos demostrado:
Dimos a nuestros hijos lo mejor que teníamos,
nos desvivimos por ellos para que tuvieran oficio, formación, futuro...pero
llegaron las bestias y dijeron que no, que nada de eso servía y que sobraban.
¡Nuestros hijos sobraban, amiga Gloria! ¿Te parece bonito ? ¿No es una infamia
esto que te cuento? ¿No merece esto que te cuento, un cuento mejor, con otro
final? ¿No nos merecemos tratar de cambiar el cuento, hacer añicos la maldición
determinista de la fábula?
Nosotros, que quisimos siempre vivir como
personas, que estábamos convencidos de que la historia era evolutiva y
sedimentaria, la historia de la lucha de clases también, amiga Gloria. No
concebimos la involución como sistema, pensábamos que cada gota de sangre
derramada legitimaba para siempre la conquista. Nuestros hijos nos creyeron y
cuando salen a la calle; como personas, amiga mía, sienten que están arropados
por un cúmulo de derechos civiles que parecían intocables, que ganaron sus
padres y sus madres, sus abuelos y sus abuelas. Tú también, cuando escribías.
Por eso nuestros hijos les piden a los policías
antidisturbios que se identifiquen y lo hacen enérgicamente, como si tras esa
elemental soberanía del ciudadano, anduvieran, apoyándolos, los rostros
apaleados de su genealogía, como si al plantar cara al matón uniformado,
estuvieran honrando la memoria de sus abuelos, estuvieran en su gesto -que ni
siquiera es valiente, que es casi natural- todas las cunetas, todos los
calabozos, todos los consejos de guerra y los juicios sumarísimos. Todas las
palizas en las esquinas de la ciudad al obrero y a la obrera, todo el miedo de
las familias que no sabían si papá sería arrestado tras la manifestación o la
huelga, tras la revuelta del hambre...Eso creen, Gloria Fuertes, nuestros
vástagos. Y por eso tutean al policía pertrechado en su armadura y le chulean un
poco; como si ellos, nuestros hijos, tuviesen todos esos derechos dibujados en
la cara.
Por eso duele tanto, Gloria bendita, comprobar
cómo se estrella la porra del policía en la cabeza de los muchachos y de las
muchachas. Cada agresión, cada persecución por las largas avenidas, cada empujón
hasta el furgón policial, cada humillación en las comisarías, la vivimos como si
la herida nunca fuera a cicatrizar. Como si hubieran abierto otra vez la boca
abisal del horror.
Cuando vendieron los boletos de alegría, Gloria
bendita, cogimos todos participaciones de esos boletos y cantamos y bailamos y
nos amamos los unos a los otros y los unos sobre los otros, hubo quien con parte
de su jornal ayudaba a gente que lo necesitaba, hubo quien con parte de su
jornal practicó la solidaridad y quien con su tiempo libre disfrutó del ocio. De
todo hubo, porque sabíamos vivir como personas, amiga Gloria. Y decíamos tras la
dura briega laboral; con mi dinero pago, como don Antonio, pero los animales
dijeron que ya no habría más jornal, o que lo habría con animaladas asquerosas.
Y nos quitaron los boletos de alegría, a nosotros, que queríamos vivir como
personas, nos trataron como animales, Gloria Fuertes.
Pero ¡ah! Las personas pueden tener también su
día de Gloria, amiga Gloria, hacerse fuertes, amiga Gloria Fuertes. Las personas
dirán como dijiste tú:
“
No sé escupir/ pero voy a aprender/ para
escupir sobre las tumbas/ de todos los culpables de las guerras/ no tengo uñas/
pero quisiera tener garras/ para atrapar desde mi altura/ a los hombres
reptiles/ no tengo poder/ pero tengo la fuerza/ de los hombres que sufren/ no
tengo cultura/ pero tengo el corazón sabio/ de estar con los que no tienen
nada”
Sin más, me despido hoy de ti, mujer de verso en
pecho, esperando que no te haya importunado esta suerte de güija epistolar que
hoy he perpetrado. Si las cosas cambian a mejor te tendré informada. Quiero, si
es así, que vengas a la fiesta.