Cuando le abroché la pulsera notó mis manos frías ¡Caray!
Estas helada dijo, un poquito Mireia, respondí sonriendo. Carolina, me llamo,
aclaró riendo mucho. Viajará a su país
sin su marido, no consiguió todas las vacaciones me explicó y nos despedimos hasta
el siguiente mercado y nos deseamos lo mejor para el próximo año. A los cinco
minutos volvieron con chocolate caliente y churros. Mientras sujetaba el vaso caliente,
recomponiendo cuerpo y alma, celebré la
feria, los lugares a los que hay que volver.
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Detrás de un mostrador miras a izquierda, frente, derecha y
al cielo para ver las nubes. Si estás recogiendo y das la espalda no te crecen
unos ojos mágicos en el cogote para saber quién o como se acercan a la mesa .La
mujer chocó con mi lado izquierdo, con mi hombro, cómo si se asomara por encima
de él a mirar con urgencia, pero si el puesto está vacío, si no hay gente en la
calle, a qué viene el tropiezo, me pregunté demasiado tarde.¿ Qué calaña roba a
los vendedores ambulantes?