Si mis costas fueran turquesas,
si mis montes fueran orégano ,
si mi índice de contaminación no superara el
de la treintena ,
si mis caderas no delimitaran con el
país vecino ,
si mis pezones fueran bombones
si el color de mi funda no fuera el de
los macarrones
si mis piernas terminaran en
Escandinavia
y mi culo turgente como lomo de una
cierva
cocinaría paella de intersecciones
leería la mano que me robas
saltaría, la mata, el trampolín y la página
de tu piscina ,
y a rodar poemas existenciales entre
polvo y polvo
mientras viajábamos a Macondo .
ISABEL IZQUIERDO
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