lunes, 5 de junio de 2017

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Le pregunté si era para regalar, dijo que sí. Le acompañaban 3 niñas, unas gafas grandes y 167 cm de pocos años. Le enseñé la hoja de pegatinas para que eligiera y respondió que no era su cumpleaños ni nada. El regalo es solo porque es mi novia.
Me vio sonreír, pero no sabe que yo pensaba en su mamá cuando le entregué la compra. ¿Será su mamá que lo educó bien, o el consejo de una buena amiga quien está detrás del detalle?

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Rancheras, boleros, tangos o baladas lo han dicho mejor que yo mil veces y es que volver pellizca la garganta, volver a un lugar, a un encuentro…Mi tocaya trajo dos rodajitas de sandia, servilletas de papel,  una botellica con café con leche caliente, dos magdalenas, azucarillos y unas tacitas de usar y tirar, para merendar. No debería extrañarme, hace dos años me dio de comer y una lección de generosidad.  Después de la charla, despidiéndonos cerquita de la puerta de la Iglesia  y sin ser yo apostólica ni nada, le pedí a la santita que le ayudara en su soledad ¡Un regalo para esta buena persona!

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Nadie, rozo lo absoluto, cuenta como le han ido las ventas en las ferias sinceramente. No me queda duda alguna al afirmar que  vendedores y artesanos hablan de mercados y balances como si tú, que estabas a 3 metros de su puesto no hubieras estado, como si de tu puesto al suyo , una galaxia o dos distanciara y emborronase lo acontecido.
Le digo a mi vecino a primera hora de la mañana que estoy pensando en desmontar, que además  han dado lluvias y que tengo muchos km hasta casa. ¡Mujer! Exclama interrumpiéndome .No querrás decir que ayer vendiste lo que cuesta el mercado, le reprocho. Si, la verdad que si , dice sin despeinarse un pelo. Pues habrá sido por teléfono porque yo no te vi tanto movimiento , dije ya enfadada y en ese instante , la voz de mi pareja, que no la de mi conciencia me reclamó .¡ Isa! Tras la lona me oí lo de hacer amigos y en mi defensa argumenté que estaba harta de 1.500€ en olivas, en aceites o piedras mágicas.

Esa mañana no llovió, cubrí gastos y punto; señores, se llama pinchar y punto. Punto que me podía dar yo en la boca para evitar desgastes.

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