miércoles, 16 de junio de 2010



Las manos, desnudas desde hacía días, tan necesitadas de querer, volaban a su pecho sin salir del bolsillo, transparentaban distancia.
Tuvo suerte, el reencuentro se produjo en diciembre y la cazadora
fue su castillo de La Mota
¡Que espera tan ridícula!

No hay comentarios: