Tampoco sabe portugués y entender ,nunca ha entendido muy bien ,algunas ordenes.
Compartimos piso con Elena, nativa de Aveiro ,de rasgos y voz angelicales ,que aceptó gustosa al inesperado ocupa .Al regreso de una excursión ,mientras subíamos en ascensor a casa, nos pareció escuchar a Elena hablar por las escaleras ,efectivamente, iba en pijama detrás del perro diciéndole q no debía bajar a la calle .Mi perro no sé lo q comprendería, quizás algo como mira con quien te juntas o ten cuidado al cruzar o algo así. Elena se hace así: ¡Tira, tira párriba que te voy a dar una! Y el Pinky subió el primero para sorpresa de nuestra amiga .
Se ha cruzado la Península sin decir ni guau! En cuanto disminuye la velocidad se posiciona alerta imaginando que ya hemos llegado ,suponemos .
En Portugal hay muchos gatos, obesos diría yo, la población los alimenta en las calles, en muchas esquinas colocan botes y latas . Pocos perros, con collar o sin el, bastantes abandonados, perrillos callejeros que miran poco a los transeúntes, deben seguir los rastros , no está la cosa para despistarse .
Volviendo a Zaragoza, comimos en Ciudad Rodrigo, sitio que no le gustó nada ,desconocía que supiera leer: Prohibido transitar por esta zona con perro, y paseó con una rabia inusual, tiraba y tiraba de la correa , a mí tampoco me emocionó tanto, muchas banderas de un no sé que bicentenario .
Nunca le diré que nos lo llevamos porque nos faltaban 100 € para su guardería ,lo juro.
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