Conservo mi miel y guardo mi pan
en jarritas y los armarios de mi voluntd.
Les pongo etiquetas, y en cada cierre y cada tapa
digo:Sé firme hasta que vuelva el infierno.
Tengo mucha hambre.Estoy incompleta.
Y nadie sabe cuándo volveré a comer.
Ningún hombre me ofrece palabras sino esperas,
la insignificante luz.Mis ojos no se mueven;
espero que,cuando los diabólicos días de mi dolor
apuren los últimos posos y vuelva
con esas piernas mías, con ese corazón
que me han dejado, a recordar el camino de casa,
mi gusto no sea ya insensible
y pueda amar la antigua pureza de la miel y el pan.
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa...Todos los poemas de culpa tienen un verso para mí
1 comentario:
la culpa no existe. Son los padres
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